lunes, 26 de octubre de 2009

Apuntes sobre el cine puro

En cine hay que utilizar las imágenes y los sonidos, que corresponden a las palabras en el lenguaje hablado o escrito, de una manera muy distinta para formular frases. Parece fácil distinguir cosas que podemos decir con un lenguaje audiovisual puro y las que no: las frases que describen acciones, objetos o paisajes parecen fáciles de plasmar en la pantalla, la “traducción” de una conversación, el pensamiento, la percepción o la emoción de un personaje difíciles o imposibles. Son las vanguardias que siempre han intentado explorado justamente este campo de expresión y el cine clásico o comercial ha podido aprovecharse de algunos de sus experimentos como por ejemplo en las películas de terror para expresar sentimientos y sensaciones de angustia o para expresar estados alterados de conciencia a causa del consumo de drogas. El cine vanguardista muchas veces ha trabajado con imágenes simbólicos que requieren un conocimiento previo por parte del espectador, pero ocurre lo mismo con el lenguaje hablado o escrito: si no conocemos un vocablo no entenderemos una frase en la que entender su significado es fundamental. Sería posible establecer un código fijo de significados de imágenes y sonidos para poder formular frases audiovisuales que tienen un significado único. La pregunta es si sería deseable. Si queremos formular una frase de esta manera ya disponemos de un lenguaje para hacerlo. Además se trataría de convertir el lenguaje cinematográfico en un código de una élite educada. A lo mejor se trata por lo tanto de dos cosas principales: por un lado de pensar cuál es realmente el lenguaje que necesitamos para transmitir cada mensaje que tenemos y no intentar de decir algo con palabras que no las requiere ni tampoco querer plasmar un hecho puramente intelectual en una imagen y por el otro de buscar imágenes y sonidos que transmiten un mensaje de manera clara sin que se tenga que conocer el código. Existen procesos psicológicos de percepción que funcionan independiente de la cultura de una persona: dientes largos y agudos dan miedo, imágenes de naturaleza nos causan placer, la oscuridad nos crea una sensación de inseguridad, etc., En otras palabras: basta con películas que necesitan de explicaciones verbales o escritas para que se entienda cada escena y basta con películas basadas en diálogos que serían más adecuados para la radio. Si queremos hacer cine no debemos ir por el camino más fácil. Siempre es más interesante buscar formas para evitar la palabra cuando existe otra posibilidad de expresar lo que queremos expresar. Se supone que la labor de un cineasta es creativa, pero solamente podemos considerarla como tal si no se repite el mismo esquema otra y otra vez, pero cuando se innova y se busca nuevas formas de expresión constantemente.
Podemos considerar que el cine como lenguaje puro sirve para dar cuenta principalmente de dos cosas: hechos observables (lo cual incluye puestas en escena que crean un hecho observable construido a propósito de ser filmado) y acciones. Estas imágenes pueden ir acompañadas por sonidos que evocan una connotación emotiva, pero en un principio el lenguaje cinematográfico puro no puede transmitir discursos como el lenguaje escrito. O eso parece en el primer momento. Debemos pensar que todo aquello que decimos o escribimos se basa en la observación de un hecho – incluso si no es una observación que hemos hecho nosotros mismos, pero una persona intermedia que nos comunica lo observado. ¿Qué ocurriría si intentaríamos reemplazar los diálogos y discursos hablados o escritos que vemos y oímos en el cine por la representación de los hechos observables y acciones de los que parten estos discursos? Habrá que intentarlo.

Fuentes:
  • Película: El hombre de la cámara de Dziga Vertov
  • Película: La edad de oro de Luís Buñuel
  • Película:Koyaanisqatsi deGodfrey Reggio
  • Película: Baraka de Ron Fricke
  • Libro: Cine y Vanguardias artísticas de Vicente Sanchez-Biosca
  • Libro: El cine como arte de Rudolf Arnheim

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